miércoles, abril 26, 2006
UN DÍA INOLVIDABLE PARA EL PROGRESISMO Y LA EDUCACIÓN
Para muchos que nos declaramos progresistas, que creemos en las distintas organizaciones que se da la sociedad para promover cambios y desarrollo, que aspiramos a tener ciudades más humanas, que creemos en un modelo más justo, que queremos cada día más libertades y menos conservadurismo, en fin, todos aquellos que le damos importancia y valoración a que cada día más se reduzcan las vergonzosas desigualdades[1] que existen en nuestra sociedad, el día 26 de abril del 2006 no será un día más en nuestros días, será el día en que logramos ver una ventana de esperanza en el camino de la justicia social.
En efecto, los noticiarios de hoy mostraron en la ciudad de Santiago a miles de jóvenes protestando por el cobro abusivo y discriminador que deberán hacer, sólo por rendir la Prueba de Selección Universitaria (PSU) este año. En el sur de Chile, en la combativa ciudad de Lota, la comunidad entera se rebeló contra las eternas e incumplidas promesas del alcalde y de las autoridades del Ministerio de Educación que no han sido capaces de dar solución a los problemas de infraestructura que presentan sus colegios municipalizados. En este caso, las imágenes eran verdaderamente patéticas, las salas de clases se llovían.
Ojalá que estemos en un punto de inflexión que permita, con la fuerza e irreverencia de los jóvenes y estudiantes que hoy y mañana saldrán a las calles, avanzar decidida e irreversiblemente en la dirección de mejorar las condiciones de educación de todos aquellos que aún siguen pateando piedras. Ojalá lo visto hoy permita poner en el debate de la opinión pública, de los parlamentarios y de los expertos, la validez del sistema educacional que inteligentemente ideó la dictadura, pero que lamentablemente ha consolidado la Concertación. Parece que por fin ya es hora de ponerle el cascabel al gato.
Las estadísticas corroboran lo que ya para nadie es un misterio: la calidad de la enseñanza a la que tienen acceso nuestros jóvenes y niños es directamente proporcional al ingreso de sus familias. Asimismo, las matrículas de las universidades con mejor oferta de calidad son ocupadas mayoritariamente por jóvenes de estratos socio-económicos altos. Inevitablemente, esto se traduce en que EN CHILE NO HAY PROMOCIÓN SOCIAL POR MÉRITOS (meritocracia), sino un conjunto de redes que facilitan la transmisión del poder al interior de los grupos de elite.
El tema de fondo, sin embargo, es que se trata de dos visiones antagónicas de cómo enfrentar el modelo de desarrollo de nuestro país. Por un lado, los grupos de derecha, que están convencidos que el poder económico lo tienen los mejores (como parte de un proceso de selección natural); por tanto, todo lo que se requiere para generar más crecimiento es bajar impuestos para que este grupo selecto se despliegue a cabalidad y chorree con ellos a los menos afortunados. Por el contrario, el progresismo piensa que las actuales elites no se corresponden con la distribución equitativa de talentos sino con las sesgadas oportunidades que son monopolizadas por estas mismas elites.
¿O aún somos lo suficientemente ingenuos para creer que es sólo fruto del azar el hecho que los colegios particulares de los sectores acomodados gasten por alumno cinco veces más lo que el Estado invierte en los colegios municipales? El resultado está a la vista: los puntajes del Simce y la PSU reproducen casi exactamente nuestra estructura de clase.
Finalmente, expongo una pregunta que el otro día un amigo me hizo: ¿no será que nuestra clase política y dirigente le acomoda el actual sistema?. ¿Los hijos de los ministros, subsecretarios, intendentes, seremis y gobernadores estudian en colegios públicos o privados?. Quizás el empeño y la dedicación que se invierte en resolver un problema que NUNCA les afectará, no es la misma que cuando el problema a resolver, también los beneficie/perjudique a ellos.
En efecto, los noticiarios de hoy mostraron en la ciudad de Santiago a miles de jóvenes protestando por el cobro abusivo y discriminador que deberán hacer, sólo por rendir la Prueba de Selección Universitaria (PSU) este año. En el sur de Chile, en la combativa ciudad de Lota, la comunidad entera se rebeló contra las eternas e incumplidas promesas del alcalde y de las autoridades del Ministerio de Educación que no han sido capaces de dar solución a los problemas de infraestructura que presentan sus colegios municipalizados. En este caso, las imágenes eran verdaderamente patéticas, las salas de clases se llovían.
Ojalá que estemos en un punto de inflexión que permita, con la fuerza e irreverencia de los jóvenes y estudiantes que hoy y mañana saldrán a las calles, avanzar decidida e irreversiblemente en la dirección de mejorar las condiciones de educación de todos aquellos que aún siguen pateando piedras. Ojalá lo visto hoy permita poner en el debate de la opinión pública, de los parlamentarios y de los expertos, la validez del sistema educacional que inteligentemente ideó la dictadura, pero que lamentablemente ha consolidado la Concertación. Parece que por fin ya es hora de ponerle el cascabel al gato.
Las estadísticas corroboran lo que ya para nadie es un misterio: la calidad de la enseñanza a la que tienen acceso nuestros jóvenes y niños es directamente proporcional al ingreso de sus familias. Asimismo, las matrículas de las universidades con mejor oferta de calidad son ocupadas mayoritariamente por jóvenes de estratos socio-económicos altos. Inevitablemente, esto se traduce en que EN CHILE NO HAY PROMOCIÓN SOCIAL POR MÉRITOS (meritocracia), sino un conjunto de redes que facilitan la transmisión del poder al interior de los grupos de elite.
El tema de fondo, sin embargo, es que se trata de dos visiones antagónicas de cómo enfrentar el modelo de desarrollo de nuestro país. Por un lado, los grupos de derecha, que están convencidos que el poder económico lo tienen los mejores (como parte de un proceso de selección natural); por tanto, todo lo que se requiere para generar más crecimiento es bajar impuestos para que este grupo selecto se despliegue a cabalidad y chorree con ellos a los menos afortunados. Por el contrario, el progresismo piensa que las actuales elites no se corresponden con la distribución equitativa de talentos sino con las sesgadas oportunidades que son monopolizadas por estas mismas elites.
¿O aún somos lo suficientemente ingenuos para creer que es sólo fruto del azar el hecho que los colegios particulares de los sectores acomodados gasten por alumno cinco veces más lo que el Estado invierte en los colegios municipales? El resultado está a la vista: los puntajes del Simce y la PSU reproducen casi exactamente nuestra estructura de clase.
Finalmente, expongo una pregunta que el otro día un amigo me hizo: ¿no será que nuestra clase política y dirigente le acomoda el actual sistema?. ¿Los hijos de los ministros, subsecretarios, intendentes, seremis y gobernadores estudian en colegios públicos o privados?. Quizás el empeño y la dedicación que se invierte en resolver un problema que NUNCA les afectará, no es la misma que cuando el problema a resolver, también los beneficie/perjudique a ellos.
Queremos inteligencia y creatividad desplegada en toda su intensidad, pero ahora, no podemos esperar más.
[1] Documento de la Conferencia Episcopal Chilena
[1] Documento de la Conferencia Episcopal Chilena
Comments:
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Me parece que la clase política chilena volvió en menos de 20 años a su vieja escuela de sólo apoyar aquellas causas que les permitan mantenerse como casta. No se defienden proyectos de fondo que puedan cambiar su panorama. No tienen una motivación real que los afecte mas que alimentar su ego y sus bolsillos. Basta revisar su propia genelogía para darse cuenta que este país lo gobiernan no más de 10 o 20 viejas familias, incluyendo nuestra propia nueva presidenta.
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