viernes, enero 11, 2008
LA INGENIERÍA DE TRANSPORTES HA MUERTO: SECUELAS DEL TRANSANTIAGO [1]
Luego de casi un año de implementado el Plan de Modernización de Transporte de Santiago varias son las secuelas y damnificados de estos 11 meses de operación del Transantiago. Por de pronto, los usuarios de un sistema que a todas luces no estaba listo para iniciar su funcionamiento.
En el ámbito gubernamental debieron dejar sus cargos, un Ministro del Interior, un Ministro de Transporte, un Coordinador de Transantiago y el Gerente del Consorcio de Bancos e Instituciones Financieros que forman parte del AFT. Asimismo, desde la Moneda ya se ha anunciado que en los próximos días se renovarán los equipos sectoriales que han tenido participación en cada una de las etapas del Transantiago. Asimismo, no se puede dejar de mencionar que los problemas del transporte público de Santiago han gatillado una crisis política nunca antes vista en los 17 años de Gobierno de la Concertación.
No obstante, una de las más grandes damnificadas, y sobre el cuál muy poco se ha hablado, es la carrera de Ingeniería Civil en Transportes. En efecto, la puesta en marcha del Transantiago significó el fin de la Ingeniería de Transportes tal como hasta ahora ha sido enseñada en las Universidades de nuestro país, principalmente en las Universidades de Chile, Católica y de Concepción.
Antes de entrar en detalles y argumentos, y como referencia a quiénes desconocen este sector profesional y académico, algunos antecedentes que pueden ilustrar de mejor manera la comprensión de este artículo:
- En sus albores, la ingeniería civil en transportes derivó de la ingeniería en obras civiles como una especialización en temas constructivos relacionados con infraestructura de transportes. En efecto, esta rama del conocimiento nace por la necesidad de tener profesionales de la ingeniería civil que se especializaran en el diseño, planificación y ejecución de obras cuyas especiales características las hacían diferentes a la construcción de otras obras civiles. De este modo, nace la especialización en transportes para aquellos ingenieros civiles cuya especialidad y ejercicio profesional será la construcción de aeropuertos, puertos, caminos y ferrocarriles.
- Posteriormente, los avances del conocimiento y las necesidades de mayores grados de compresión de los fenómenos, pero sobretodo de las externalidades producidas por el transporte, posibilitan que esta especialización de la ingeniería derive a la investigación, desarrollo y docencia de temas específicos tales como la economía de transporte, la teoría de los flujos vehiculares, la demanda del transporte y las redes de transporte, dejando en un nivel de menor jerarquía la docencia de las materias constructivas y los asuntos relativos a gestión.
- A fines de la década de los setentas y principios de los ochenta, los principales académicos e investigadores de las Universidades tradicionales de nuestro país salieron al extranjero (Inglaterra y Estados Unidos[2], en la mayoría de los casos) a perfeccionar sus conocimientos de transporte. De este modo, y a la luz de la revisión de la evolución que han experimentado las mallas curriculares de las ingenierías civiles de transporte impartidas por las Universidades tradicionales de nuestro país, el resultado es claro y evidente: la docencia del transporte derivó definitivamente hacia los aspectos teóricos y conceptuales de la ingeniería civil de transporte, centrándose en la enseñanza y discusión de modelos de simulación, dejando de lado aquellos asuntos relacionados con el estudio de casos, la ingeniería de tránsito y la gestión de empresas de transportes.
Sin ninguna duda, las Universidades y académicos que lideraron esta apuesta formativa, cosecharon lo que sembraron. Prueba de ello es que:
o La mayoría de los profesores que imparten docencia en las aulas de las principales universidades de nuestro país tienen grados académicos de maestrías y doctorados.
o Son parte del circuito internacional de conferencias y seminarios del transporte, en su calidad de organizadores, expositores y/o árbitros.
o Publican frecuentemente en medios internacionales especializados refiriéndose, en la mayoría de los casos, a asuntos derivados de la discusión de los modelos de transporte.
o Son citados frecuentemente, por investigadores de otros países, en artículos y revistas especializadas en investigación de transporte relacionadas con discusión de los modelos de transporte.
o Fueron capaces de crear/adaptar modelos de simulación especiales para las condiciones de movilidad de nuestro país.
No obstante todos estos “logros”, no cabe ninguna duda que Transantiago significó no sólo la muerte de la carrera de Ingeniería Civil en Transportes, sino que también la necesidad de reinventar los modelos académicos sobre los cuales debe basarse la formación de los nuevos profesionales que en el futuro se atrevan a estudiar esta cuestionada carrera de la ingeniería.
En primer lugar, y para sustentar esta afirmación, vale la pena mencionar que la necesidad de tener un transporte público de calidad es un requerimiento que debe ser permanentemente atendido por los Gobiernos, que está consagrado en la Constitución y que no debe, ni puede ser el pariente pobre de las políticas públicas. En efecto, no existe lugar en el mundo dónde las políticas, planes y programas ambientales, energéticos, sanitarios y de seguridad vial no se sustenten en un sistema de transporte público que no sólo sea atractivo, sino que eficiente, eficaz y de buena calidad para sus usuarios.
Si bien a estas alturas, existen razonables dudas respecto de la necesidad que tenía el Gobierno de reformar el antiguo sistema de transportes de la capital, es bueno recordar que se trataba de un servicio que era pésimamente evaluado por sus usuarios, que era responsable de una parte importante de la contaminación atmosférica y que aportaba una gran cantidad de personas fallecidas en los accidentes de tránsito en los cuales se veía involucrado.
La evidente necesidad de reformas al sistema de transporte fue encarada con los que, en ese minuto, eran reconocidos como los mejores especialistas del sector. Aquellos que constantemente escribían en revistas especializadas, participaban de congresos y seminarios y eran los autores de los modelos de simulación que se ocupaban permanentemente para evaluar las inversiones en infraestructura de transporte como las ampliaciones de Metro y las concesiones urbanas. Fueron ellos quiénes convencieron a las autoridades de la necesidad de re-organizar la malla de recorridos vigente hasta entonces y que era fruto de 50 años de ajustes y funcionamiento. Las razones esgrimidas fueron la irracionalidad técnica y económica de dicha malla de recorridos.
No obstante, la contundencia de sus argumentos en el plano técnico
Usando una analogía del mercado del transporte aéreo, la antigua malla de recorridos[4] sería el equivalente a tener a disposición un vuelo, desde Santiago a cualquier lugar del mundo, a cualquier hora, sin necesidad de hacer una escala en ninguna parte. Si bien esto puede ser un bonito sueño, todo el mundo sabe que los vuelos se programan de acuerdo a las demandas de pasajes que tengan los orígenes y destinos. En efecto, por más que las Islas Malvidas sean un paraíso que cualquiera quisiera conocer, la verdad es que cualquier persona que quiera viajar hacia ese destino, sabe que al menos deberá hacer una escala en Europa u Oceanía. Cualquier otra situación sería insustentable desde el punto de vista técnico y económico.
Siguiendo con la misma analogía, la nueva malla de recorridos representa el otro extremo de lo que no estaríamos dispuestos a hacer o tolerar en un viaje en una línea aérea comercial. Se trata de una malla de recorridos[5] que nos haría, por ejemplo, viajar a Buenos Aires, no sólo haciendo escala, sino que cambiándose de avión en Mendoza y luego en Córdoba.
No obstante la evidencia del fracaso, se defendió el modelo de simulación hasta el absurdo, provocando inconmensurables molestias en los usuarios, una fuerte crisis política y una pérdida de credibilidad de los soportes técnicos en los cuáles se ha basado la Concertación para gobernar estos 17 años.
En relación a este último punto, Transantiago rompió un equilibrio que ha posibilitado que la coalición gobernante sea la más exitosa de la historia de Chile: política y tecnocracia. En efecto, la ecuación que conjuga, por un lado, el respeto de los técnicos por el difícil arte de gobernar un país y, por otro, la confianza de los políticos por las soluciones que los técnicos plantean a los problemas estructurales de nuestra sociedad, fue afectado seriamente por el deficiente diseño e implementación de esta política pública. Los ingenieros de transporte DEBEN ASUMIR LA RESPONSABILIDAD que les cabe en la alteración de esta fórmula que ya no cuenta con la confianza de los principales actores de la sociedad.
Los esfuerzos del Ministro Cortázar han significado, entre otras cosas, agregar nuevos recorridos a la malla sin la necesidad de esperar años los resultados del modelo de simulación, sino que aplicando el sentido común y las demandas de los usuarios del transporte público. El resultado es que la valoración del Nuevo Transantiago va en alza entre quiénes utilizan el sistema[6].
El desafío es grande. No sólo se trata de re-inventar un área profesional que ha sido seriamente afectada, sino que también es necesario ver cómo se recomponen las confianzas entre el mundo político y los técnicos. En esta ocasión, los ingenieros de transporte tienen nuevamente la palabra.
++++++
[1] El autor es Ingeniero Civil en Transportes de la Universidad de Chile y Magister en Transportes de la misma casa de estudios.
[2] Cabe mencionar que, a diferencia de lo que ocurría en esos momentos en nuestro país, la distribución de los diferentes tipos de viaje (partición modal) favorecía ampliamente al transporte privado por sobre el público. En efecto, los esfuerzos gubernamentales, académicos y técnicos de dichos países estaban centrados mayoritariamente en traspasar viajes desde los automóviles a los sistemas masivos de transporte. Por contrapartida, en nuestro país los viajes en buses representaban por sobre el 70% de los viajes motorizados de la ciudad de Santiago.
[3] Demostrada a través de los resultados de los modelos de simulación, indicadores económicos y complejos conceptos teóricos.
[4] En el sistema antiguo menos del 10% de los usuarios efectuaban trasbordos en sus viajes.
[5] La malla de recorridos que los usuarios enfrentaron en 10 de febrero de 2007 contemplaba trasbordos en más del 60% de los viajes.
[6] La valoración del Transantiago es mayor entre quiénes usan el sistema que entre aquellos que no lo utilizan. La influencia de los medios de comunicación es vital para que se presente esta situación.
No comparto gran parte de tus comentarios. Son dimensiones diferentes la académica y la de políticas públicas.
Soy profesor del rubro y si hay algo que le faltó al TranSantiago es mucha más ingeniería así como muchas otras cosas. Un proyecto de la magnitud de TranSantiago debería tener un lider con capacidad de ver la película completa. Ese lider nunca existió. Es decir una persona con capacidad de entender el cambio que se venía y lo que implicaba en todos los rubros involucrados: ingeniría macro e ingeniería micro, organización empresarial, finanzas y contabilidad, desarrollos tecnológicos, política comunicacional, gestión política, etc..
Por otro lado, la decisión de limitar el presupeusto de TranSantiago de manera grosera a punto tal de dejarlo desamparado economicamente fue tomada por expertos macroeconomistas, no por ingenieros de transporte y esa decisión fue refrendada por los políticos de turno que tampoco eran ingenieros en transporte.
La arrogancia de los ingenieros de transporte puede o no existir, eso los juzgará cada uno; seguramente del mimso nivel que la de cualquier otra profesión (médicos, macroeconomistas, ingenieros civiles y tantos otros).
Pero en el TranSantiago intervienieron muchos profesionales de muy diversas áreas y la gran mayoría nunca comprendió de qué se trataba.
Y esto me lleva a otra pregunta: ¿existen en el país las habilidades y conocimientos necesarios para que Chile pegue el gran salto de políticas públicas que se necesita?
Estas simplificando demasiado las causas del fracaso de Transantiago. Estoy de acuerdo contigo en que una de las mas grandes damnificadas es la ingenieria de transporte, pero hasta ahi no mas los acuerdos, despues divergemos bastante.
Finalmente, en mi opinion el sistema actual tiene varias ventajas con respecto al los buses amarillos.
En fin, creo que con un ron en la mano esta discusion podria ser mas entretenida. Si estan de animo, y tienen tiempo, podemos juntarnos hoy a discutir el tema.
saludos
Luis Moreno
Saludos
No creo que lo que haya muerto sea la ingeniería de transporte, felizmente. En Chile son muchos y muy buenos profesionales, la mayoría, los que se han especializado en esta disciplina. Ellos seguirán colaborando con el país y el país seguirá demandando sus servicios, es de esperar…
Lo que debiera haber muerto definitivamente es una forma de entender la ingeniería de transporte en particular y las disciplinas técnicas en general. Algo nos ha pasado en estos años de democracia en que nos hemos comprado el cuento de la técnica como la expresión máxima de la sabiduría. Peor aún, hemos llegado a creer que las soluciones técnicas son únicas, compartidas y universales, “descontaminadas” de las opciones políticas. Esto es especialmente válido cuando es alguien de derecha quien nos pone la nota: El Mercurio, Libertad y Desarrollo, el CEP (aunque en algunos círculos ya es cuestionado por liberal) o le DICTUC. Tanto es así que algunos amigos nuestros han creado una entidad cuya pretensión es competir por ocupar un lugar en este “panel de calificación de competencia técnica” como es Expansiva.
La máxima expresión de esta tendencia es la modelación; todo se modela y, a partir de esos modelos, se proyecta y en función de esos resultados proyectados, se deciden planes, programas, recursos y acciones. El problema es que los modelos siempre operan con información del pasado, por lo que difícilmente se pueden proyectar los comportamientos futuros en realidades tan cambiantes por diversas razones: comunicaciones, ingresos, aspiraciones, formación, localización, tecnología, otras. Esto debiera ser aún más significativo cuando quienes queremos gobernar tenemos aspiraciones de ser agentes de cambio, lo que significa, por definición, aspirar a modificar el presente concientemente; con mayor razón el pasado.
Los modelos son una referencia, al igual como los técnicos constituyen una asesoría indispensable en el proceso de decisiones. Sin embargo, a mi modesto entender, lo que debe prevalecer cuando se gobierna es la política, en el buen sentido de la palabra. La decisión de hacer el Transantiago fue una decisión política cuya finalidad última era mejorar la calidad de vida de los ciudadanos de Santiago, acortando los tiempos de viaje y haciendo de esto algo tan confortable que invitara a los automovilistas a aumentar su preferencia por el transporte público. Ese es el objetivo que subyace toda la transformación emprendida y mira al resultado que se ha llegado. La falla es técnica; no es política: se contaba con una gran aceptación frente a este proceso de cambio; se tenía neutralizado a los grupos de interés; había empresas extranjeras dispuestas a aportar su conocimiento y experiencia en este tipo de procesos; se contaba con los recursos para hacerlo. ¿Donde estuvo la falla? De esto sabes tu más que yo, pero sólo para repasar: los recursos se asignaron en base a las preferencias de eficiencia del cajero; los diseños de recorridos se hicieron sin preguntarle a la gente ni a los que conocen la calle, sino se recurrió a los modelos; los contratos se hicieron en el gabinete, sin contar con ninguna experiencia que los avalara; se supuso ciertas necesidades tecnológicas que hubo que inventar para Chile y su aplicación falló, como ha quedado en evidencia; etc.
Entonces, más que lapidar la ingeniería de transporte, enterremos una forma de hacer políticas públicas y reivindiquemos la efectividad de nuestra misión primero, subordinando la eficiencia tencocrática a lo que son los legítimos objetivos de políticas públicas. Si es así, creo que los ingenieros de transportes seguirán cumpliendo un rol, así como los muchos técnicos que han acompañado a la Concertación durante todos estos años y que deben seguir haciéndolo, desde la mayor humildad posible.
Saludos,
Carlos
No puedo dejar de reflexionar que muchos de esos transpostitas estan convocados a discutir el segundo tiempo del Transantiago y es bien sabido que el mundo academico revisa sus dogmas y asume sur errores a la misma velocidad que lo hace el vaticano o la masoneria.
Sobre el artículo, y creo que es la gran enseñanza de Transantiago en estas materias, es que cualquier reinvención de la ingeniería de transportes debe pasar necesariamente por una visión multidiscplinaria, el cual esten integrados los aspectos economicos, financieros, sociales, de planificación territorial, culturales y no solo los modelos de transportes.
Un abrazo
matías
Si bien pienso que hay un contenido interesante respecto del rol de nuestra disciplina, y valiente en cuanto a ponerlo por escrito y difundirlo, creo que hay un elemento de exgeración innecesario que llama tanto la atención que termina oscureciendo lo demás y dotando el texto de un tono un tanto inmaduro en mi opinión (juvenil si se quiere poner en positivo). Esto es la llamada Muerte de la Ingeniería de Transporte.
No creo que sea la muerte, aunque si una etapa motivante para la discusión nuestra sobre la carrera, quizas algo de crisis pero aún no clara. Lo exagerado responde a algo que se omite en tu texto: en todo el mundo la carrera ha avanzado como en Chile, por eso es que se respeta tanto nuestra especialidad y nuestros expertos afuera (increíblemente en todas partes).
Lo que ha ocurrido es que la experiencia en el diseño y operación de sistemas complejos es muy modesta en Chile comparada con
otros centros internacionales que operan en todo el mundo y eso contribuyó a la situación Transantiago, entre otras muchas cosas (incluyendo la soberbia pero es muy dificil demostrarla).
Valoro, como en otros casos, la libertad de expresión y la fortaleza para hacer ver las propias heridas, así es que respeto tu punto de vista sinceramente.
Bueno, eso por ahora desde Berlín
Francisco Marínez
Como siempre, debo decir que está muy bueno tu artículo, aunque no necesariamente estemos de acuerdo en un 100% (¡lo cual, por supuesto, lo hace aún más interesante!)
Conversando con otras personas de este "asuntito", varios hemos coincidido en que una de las cosas que falló con el Transantiago fue la forma como se hacen las cosas en el gobierno (quiero creer que lo anterior debe expresarse en pretérito imperfecto, pero no puedo asegurar aún que así sea): en efecto, un proyecto de la magnitud del TS, con una enorme dosis de ingeniería, pero con otra no menos importante rama social, terminó mutilado por los politiquillos de turno que estaban más preocupados del tiempo que restaba para las elecciones (mientras estas personas no entiendan que el principal objetivo de las autoridades de gobierno debe ser el bienestar de la población, y no sus propios mezquinos intereses, seguramente seguiremos viendo cosas de las que nos dará vergüenza ajena), así como de otros que creyeron que todo, absolutamente todo, se podía resolver desde el escritorio.
No me queda claro que los responsables de eso hayan sido los ingenieros de transporte que tuvieron que ver con el diseño del TS. Sabemos que hubo una influencia importante de ciertos personajes que hace tiempo que olvidaron qué profesión sacaron. Hubo varias voces de alerta desde el mundo de la ingeniería de transporte, incluidos precisamente quienes fueron los consultores que diseñaron el sistema, respecto de que la cosa no iba por buen camino. Una advertencia al respecto, pero que pocos tomaron en cuenta, fue cuando todo el mundo vio por TV que los buses articulados no pasaban por el desnivel de San Diego/Bandera con Alameda... ¡¡a 1 cuadra de La Moneda y de las oficinas de la Coordinación de Transantiago!! Y otra: pocos meses antes de la puesta en marcha del TS, salió a licitación un estudio para un "diseño detallado del circuito del TS" (o algo así), ante lo cual varios exclamamos ¡por fin!, pero cuál no sería nuestra sorpresa cuando, al revisar las bases, nos dimos cuenta de que el estudio consistía fundamentalmente en correr ESTRAUS... sin comentarios.
En fin, yo creo que aún hay muchas lecciones que sacar de un fracaso tan monumental como este. Y es que si de algo sirven los errores es para aprender de ellos, pero para eso se requiere tener cierta humildad y apertura de mente que, lamentablemente, no es tan común como se quisiera.
Un abrazo,
Ernesto Piwonka Carrasco.
Permíteme diferir, aunque yo no soy ingeniero de transportes.
1) El desbalance en inversión entre infraestructura para el metro, autopistas, e infraestructura para los buses no es algo sacado de los modelos, o de la economía de transporte, sino todo lo contrario. Fue claramente una decisión política.
Que algunos consultores sean contratados para revisar proyectos ya decididos es otro cuento.
2) El exceso de transbordos, tal como lo indican en su informe "alternativo" Quijada, Tirachini, Henríquez y Hurtubia , es producto de diseñar una malla sujeta a restricciones de autofinanciamiento, además de asumir supuestos arriesgados sobre las demandas proyectadas. Obviamente las variables de ajuste fueron el hacinamiento y los tiempos de espera.
Los modelos son modelos, nos ayudan a realizar tareas de asignación según criterios previos, pero si uno modela sueños obtiene fantasías.
De nuevo, otro cuento es que existan siempre consultores para hacer la pega "técnica", sin tomar una posición más valiente de cara a las políticas públicas.
3) Una corrección:
-El sistema antiguo, con todos sus problemas, contaminaba mucho menos por pasajero que el transporte privado.
-El número de lesionados debido a las micros amarillas, es menor por pasajero transportado que el transporte privado.
-Esto no quita que estas externalidades sean mayores que en otros sistemas de transporte público en el mundo, y por lo tanto una gran oportunidad de mejora.
Saludos,
Nelson Espejo.
No estoy de acuerdo. La Ingeniería de Transporte no ha muerto. Los que han quedado botados en el camino, simplemente son ingenieros mediocres...
Reconocer las verdaderas raíces de y causas de un problema, o las motivaciones de un nuevo proyecto, es el fundamento de la ingeniería, y eso no muere.
Alguien, o muchos de los responsables de idear este proyecto, se equivocaron, y punto. Los esfuerzos deben dirigirse a investigar profundamente para no volver a equivocarse tan brutalmente. Es muy caro para todos, y es despectivo con la gente.
Cortázar es otro ingeniero, o si se quiere, otro profesional o técnico ( no me gusta la palabra tecnócrata), que simplemente está haciendo las cosas mejor. ¿Cómo?. Incorporando la necesaria dosis de respeto por el mercado, o sea "las preferencias de los consumidores".
¡ De repente quisieron ser planificadores centrales !. Si el porfiado mercado existe, funciona , y el truco es saber administrar y canalizar sus motivaciones...
Saludos,
Claudio Elgueta
Si bien pienso que hay un contenido interesante respecto del rol de nuestra disciplina, y valiente en cuanto a ponerlo por escrito y difundirlo, creo que hay un elemento de exgeración innecesario que llama tanto la atención que termina oscureciendo lo demás y dotando el texto de un tono un tanto inmaduro en miopinión (juvenil si se quiere poner en positivo). Esto es la llamada Muerte de la Ingeniería de Transporte.
No creo que sea la muerte, aunque si una etapa motivante para la
discusión nuestra sobre la carrera, quizas algo de crisis pero aún no clara. Lo exagerado responde a algo que se omite en tu texto: en todo el mundo la carrera ha avanzado como en Chile, por eso es que se respeta tanto nuestra especialidad y nuestros expertos afuera (increíblemente en
todas partes). Lo que ha ocurrido es que la experiencia en el diseño y operación de sistemas compeljos es muy modesta en Chile comparada con otros centros internacionales que operan en todo el mundo y eso
contribuyó a la situación Transantiago, entre otras muchas cosas (incluyendo la soberbia pero es muy dificil demostrarla).
Valoro, como en otros casos, la libertad de expresión y la fortaleza para hacer ver las propias heridas, así es que respeto tu punto de vista
sinceramente.
FRANCISCO
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